Frédéric
David Leblanc comienza a hacer títeres después de la muerte de su padre. Varios años después, dirige un lucrativo negocio familiar, rodeado de su familia. Lleva una vida pacífica en Bas-Saint-Laurent cuando se entera de que su padre se suicidó, lentamente cae en la melancolía y cuestiona su papel como padre y esposo.