In the sequel to Timeline, Doctor Madeline Conrad is on the verge of creating a device capable of sending an object backwards in time, but on the eve of her greatest discovery she risks losing her life's work to a violent madman.
París, principios del siglo XIX. Está ambientada en un lupanar, en el que un hombre desfigura el rostro de una prostituta. La cicatriz resultante dibuja en su cara una sonrisa trágica que la marcará de por vida.