Lidia cría palomas y lleva una vida ordinaria con su marido y sus dos hijas. Denisa quiere comprarle al gorrón de su novio un par de zapatillas. Vanesa sueña con encontrar al hombre perfecto de ojos verdes. Las tres comparten el mismo lugar de trabajo, bajo un puente. Aunque se ven a sí mismas como personas normales, otras las consideran indignas por culpa de su profesión: la prostitución. Un día, ante la visita aparentemente bienintencionada de los policías del barrio, decidirán plantarles cara.