En una megalópolis del año 2000, los obreros están condenados a vivir recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad. Sin embargo, incitados por un robot, se rebelan contra la clase dominante y amenazan con destruir la ciudad exterior. Freder (Gustav Frölich), el hijo del soberano de Metrópolis, y María, una muchacha de origen humilde, intentarán evitar la destrucción apelando a los sentimientos y al amor.
La historia de un chico de veinte años en la guerra del Golfo tiene poco que ver con lo que ofrecían los periódicos o la televisión de la época. Se describe la guerra vista desde el suelo con imágenes de pozos de petróleo ardiendo en la noche, cual cometas caídos del cielo; habla de reclutas ruidosos, cachondos, polvorientos, llenos de entusiasmo y, al mismo tiempo, atemorizados ante la idea de toparse con el enemigo en cualquier momento; de chicos jóvenes a los que habían dejado caer en un terreno inhóspito, que mataban el tiempo jugando al fútbol con las máscaras antigás puestas, mientras esperaban paquetes de casa, cartas y revistas porno, que apostaban en combates de escorpiones y se emborrachaban para celebrar la Navidad. Sin embargo, en esta situación infernal nacieron amistades improbables, lealtades eternas, una camaradería que nada podría romper, la hermandad de los “jarheads” que se habían jurado fidelidad eterna... "semper fi".