Bryan Gindoff

Películas

Ir a perderlo y perderse
Story
Comedia de adolescentes ambientada en los años sesenta. Durante un viaje a México para perder la virginidad, un grupo de alumnos de un instituto de Los Ángeles vivirá diversas peripecias.
Ir a perderlo y perderse
Producer
Comedia de adolescentes ambientada en los años sesenta. Durante un viaje a México para perder la virginidad, un grupo de alumnos de un instituto de Los Ángeles vivirá diversas peripecias.
El luchador
Story
En plena Gran Depresión americana, Chaney, un duro y silencioso boxeador callejero, se une a Speed, un avispado promotor de peleas clandestinas en las que se hacen apuestas. Ambos marchan a Nueva Orleans, donde Speed pide prestado dinero para apostar por Chaney, pero luego sucumbe a sus instintos y se juega las ganancias, perdiendo todo el dinero.
El luchador
Screenplay
En plena Gran Depresión americana, Chaney, un duro y silencioso boxeador callejero, se une a Speed, un avispado promotor de peleas clandestinas en las que se hacen apuestas. Ambos marchan a Nueva Orleans, donde Speed pide prestado dinero para apostar por Chaney, pero luego sucumbe a sus instintos y se juega las ganancias, perdiendo todo el dinero.
El rapto de Candy
Producer
Candy, de 16 años es abordada cuando sale del colegio por un trío de secuestradores despiadados pero ineptos: Jessie, su psicópata hermano Alan y Eddy, un inadaptado veterano del ejército. Buscan conseguir 500.000 dólares en joyas y mantienen a Candy enterrada viva en una caja con tan sólo un pequeño tubo encajado en el improvisado ataúd para que pueda respirar. El padre de la muchacha realmente es su padrastro y no tiene interés alguno en pagar el rescate. La vida de Candy depende ahora de un único testigo: un niño autista que lo ha visto todo.
El rapto de Candy
Screenplay
Candy, de 16 años es abordada cuando sale del colegio por un trío de secuestradores despiadados pero ineptos: Jessie, su psicópata hermano Alan y Eddy, un inadaptado veterano del ejército. Buscan conseguir 500.000 dólares en joyas y mantienen a Candy enterrada viva en una caja con tan sólo un pequeño tubo encajado en el improvisado ataúd para que pueda respirar. El padre de la muchacha realmente es su padrastro y no tiene interés alguno en pagar el rescate. La vida de Candy depende ahora de un único testigo: un niño autista que lo ha visto todo.