Juanjo, Mario y Lucía se internan en una comunidad Qom en el medio del Impenetrable Chaqueño para realizar un programa de televisión que retrate la miseria y la desolación en la que viven y cómo eso afecta a su vida cotidiana. Al arribar descubren que, misteriosamente, la comunidad Qom ha desaparecido. Perdidos, sin comida y agua, deben encontrar la salida del monte antes que los aterradores secretos que esconde el Impenetrable, los atrape a ellos.
Carlos y Nicola trabajan en la cooperativa eléctrica de un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires. Corre el año 2001 y la crisis que vive el país empieza a notarse en el pueblo, entre reiterados robos de líneas de tensión y recortes presupuestarios. En ese clima inestable dos sucesos los van a hacer replantearse el lugar en el que están parados. La llegada de Victoria, una joven que viene desde la Capital a trabajar en la radio local, trae para Nicola una nueva forma de entender el amor y las relaciones. Mientras que para Carlos la llamada de un viejo compañero de militancia va a revivir un pasado que creía enterrado, junto con los ideales de un país que ya no existe más.
Gris
Provincia de Buenos Aires, Argentina, 2101. El mundo ha sido devastado por una guerra biológica. Un hombre se despierta en el desierto, incapaz de recordar nada de su vida anterior.
Rama
El sueño de Iván es conocer a Ricardo Iorio, el de Chacho es triunfar como actor y el de Rama es conquistar a Lucy. A los tres los une una única pasión: el metal.
Un equipo de documentalistas, ocupados en filmar una película sobre el lumpenaje en la ciudad, entra en contacto y registra con sus cámaras las actividades de una tribu de marginales liderada por el Gauchito, a quien llaman así por ser devoto del Gauchito Gil, cuyos relatos nos remiten a los episodios salientes de la vida del legendario Antonio Gil Núñez. Al seguir el ejemplo de su héroe, el Gauchito enfrentará al poder pero, a diferencia del santo popular, logrará eludir su trágico destino.
Bosterito
A Banana siempre le gustaron las luciérnagas, cuando el era chiquito se quedaba hasta tarde mirando cómo sus cuerpos se prendían y apagaban en la oscuridad, le encantaba atraparlas y coleccionarlas en un frasquito. Ahora ya no se ven más luciérnagas en la noche, pero a Banana no le importa, porque a pesar que ya no encienden sus luces él sabe que ellas siguen estando ahí.