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Sadourní es enano. Habiendo cumplido en prisión la mitad de una condena de doce años, accede a un régimen de salidas transitorias que le permite abandonar el penal diariamente con el fin de reinsertarse progresivamente a la sociedad. Para conservar este beneficio debe conseguir un empleo pronto. En el periódico, los ofrecidos exigen buena presencia y la suya no suscita sino extrañeza. Esto lo coloca ante una disyuntiva: no regresar al penal y sobrellevar una vida de prófugo, o amoldarse mediante una metamorfosis. Ambas opciones implican una mudanza (la primera es una fuga, la segunda una evasión).
