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Es 1980 y en la escuela de Samba Mangueira, una de las más grandes de río de janeiro, homenajea a uno de los íconos del fulbol brasileño: Garrincha. Entre la música el erotismo y las luces del carnaval vemos cómo el futbolista de 46 años es llevado en un carro especialmente preparado para él. Sin embargo el ídlo ya no es la gloria de antaño. Acaba de salir de un internado donde se estuvo rehabilitando por alcoholísmo, luciendo extyraviado y abatido por las drogas que lo mantienen en pie.En este marco brillante, se va perfilando el personaje que llegará a ser el mito del pueblo y que alguna vez tuvo el mundo a sus pies, ya que para el año 62 fue reconocido como el mejor futbolista del mundial. Poco a poco el carnaval real se ve mezclado con el de su vida. todos sus triunfos y glorias de juventud se pierden entre sus miedos y sus derrotas. A medida que avanza en su carro, cual carro de la vida, ve como quedan atrás su viejos amigos y amantes.