Cheerleader #2
Peter LaFleur (Vince Vaughn), es el propietario del gimnasio Average Joe's, el cual está por quebrar. La clientela del gimnasio es muy escasa, y está compuesta por Steve "el Pirata", un hombre que se cree pirata; Justin Redman, un chico escuálido que sueña con impresionar a una animadora que está a años luz de sus posibilidades; Gordon Pibb, un hombre obeso aficionado a los deportes más raros; Owen, un joven sin muchas luces; y Dwight Baumgarten, un engreído sabiondo que en realidad no tiene ni idea de nada. Al humilde gimnasio de Peter, le echa el ojo White Goodman (Ben Stiller), estrella del mundo de los deportes y egocéntrico propietario del Globo Gym, el resplandeciente templo del fitness.
Mike
Lars Kristian Gulbrandsen has made himself, his life and everything he is surrounded by into a living artwork. His abstract paintings are bought by some of the world's biggest galleries, but the local house wives and the bold fishermen see Lars Kristian as a nutcase, and view his paintings as meaningless dabs of colour and his house a chaotic garbage dump.
Prospect #2
Smoke -Fishburne- es el presidente de un club de motoristas de color, además de un legendario corredor de carreras de motos. Los retos se le presentan continuamente, pero ninguno tan insistente como el de Kid -Luke-, el mejor amigo del hijo de Smoke.
Man at Carnival
André Toulon es un titiritero y el mejor en su tipo. Un día descubre una antiquísima formula egipcia para que los muertos regresen a la vida. Decide utilizarla en sus títeres, que no tardan en convertirse en unas pequeñas bestias asesinas. Al salirse de su control, desesperado, el titiritero comete suicidio. Años más tarde, cuatro psíquicos son enviados a investigar acerca de Toulon y sus demoníacas invenciones para destruirlas. Sin embargo, los títeres harán todo por detenerlos.
Office Boy (uncredited)
Sydney Stratton (Alec Guinness) es un joven investigador que, tras arduos esfuerzos, consigue inventar un tejido tan revolucionario que no se puede romper ni manchar. Sin embargo, a la alegría inicial pronto le sigue la decepción, pues tanto los empresarios como los trabajadores de la industria textil llegan a un acuerdo para impedir la fabricación y difusión del nuevo tejido. La razón es obvia: los primeros temen la ruina de sus empresas y los segundos la pérdida de sus puestos de trabajo.