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Es Nochebuena, 1950 y un cuerpo carbonizado aparece sobre la nieve del jardín de la casa Butler. Es Wildfred Butler. Ha muerto completamente quemado sin que haya ningún indicio de muerte violenta. El caso se archiva como accidente fortuíto. Veintidós años después llegará un abogado con la orden, por parte del nieto de Butler, de vender la casa. Esta venta reabrirá viejas heridas del pasado en las fuerzas vivas del pueblecito de nueva Inglaterra.