Ambientada en la Cuba de inicios de 1959, aunque eludido a conciencia el contexto histórico en su trasfondo épico, el relato de Mata que Dios perdona (2006) sigue el curso de la persecución a un pobre tipo que debe escasos pesos, por un garrotero y un matón que juraron pelársela más por aquello de no permitir el precedente del adeudo no cobrado que por el importe sin recibir en caja. El hombre se nombra Miguel (Jorge Alí), y al parecer le importa tanto como a Santiago Nasar que los asesinos le pisen los talones con sus zapatos de medio tono. El día de su “doble crimen” (la historia recrea esas 24 horas) toma par de tragos en un bar, discute con su ex amante (Broselianda Hernández), tiene un coito como para no morirse con una joven prostituta de senos escurridos y nalgas prolongadas (Cheryl Zaldívar), le aguanta una descarga por negligente a su amigo Pedro (Mario Limonta), camina, orina, se acuesta…
Después de varios años de retiro, Roco decide realizar una nueva película. Para lograrlo, buscará a sus compañeros Larsen el director de fotografía, Nacho el camarógrafo, Meta el sonidista y Cacho el siempre leal maquinista. Pero las crisis sociales y personales los han dispersado por extraños y remotos territorios de la realidad. La búsqueda a veces dramática y a ratos divertida llevará a Roco a un encuentro inevitable de vida, muerte y renacimiento. Una jornada emotiva y sorprendente, tan singular como hacer una película.
Los pasajeros colapsan una terminal de autobuses de un pueblo cubano porque todos los vehículos pasan llenos y no recogen viajeros. Para poder emprender el viaje, todos se implican en la reparación del único transporte destartalado que queda en la terminal. Una experiencia en la que cada uno va a descubrir lo mejor de sí mismo. (FILMAFFINITY)