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Los humanos usan la tecnología para mejorar sus vidas, para forjar conexiones, para crear un tiempo que no existe, para reemplazar las interacciones reales. Cuando diseñamos una segunda versión de nosotros mismos en las redes sociales, ¿perdemos una parte de nuestro yo verdadero en el proceso? ¿Nuestras conexiones digitales amenazan nuestras relaciones de la vida real? ¿Qué sucede si los personajes filtrados que hemos imaginado adquieren vida propia?
