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Katherine Gilvey es una atractiva concejal, cuya campaña por el Procurador General está a cargo de su ambicioso marido, Benjamin, lo que da un giro cuando salen a la luz unas fotografías de su lio amoroso con un prostituto, que solía ser un cliente suyo, y que ahora ha aparecido muerto. Recibe una nota diciéndole que se retire de la campaña o las fotos se harán público. Investigando por su cuenta, Katherine tiene sus sospechas sobre la identidad del chantajista: un corredor, un ministro carismático, un sacerdote activista, o incluso su propio marido.