En el XIX, nadie compra en la pastelería del francés Andrés. Se espera al alcalde pero llega Suzette, hija de Andrés, y su tía. Suzette canta y la pastelería se llena. Cuando llega el alcalde nadie lo recibe. Él da un baile te invita a Suzette y anuncia su boda con ella. La sociedad se escandaliza y un licenciado mandar a cantar coplas sobre el amor de Suzette y el teniente Antonio. Todo conduce a una guerra de pasteles y la panadería queda en ruinas. Antonio proponen Andrés que demande al gobierno mexicano y los franceses invaden México. Al firmarse el armisticio Antonio es arrestado. El alcalde decide casarse con la tía. Suzette lo hará con Antonio y Andrés con la hermana del licenciado.
Tadea ha sido educada en un convento y ha conocido bien la pedagogía del castigo. Ya adulta, es enviada a un pueblo para trabajar como ama de llaves en la residencia del cura Feliciano. Su tarea es cuidar el orden de la casa, que se ha debilitado con la partida de su predecesora. Sin embargo, las consecuencias de su arribo son justamente las contrarias: desarreglo y desarreglo. La viuda negra es un episodio más en la larga historia del enfrentamiento entre deseo y ley. Por un lado, Tadea y Feliciano; por otro, toda la buena sociedad del lugar: la ninfómana que pide recato; la adúltera que reclama fidelidad; el pederasta que demanda respeto; el explotador que exige justicia. Ripstein no se guarda nada y lleva hasta la caricatura el retrato de todos sus hipócritas y hasta la hipérbole el de sus ardientes amantes, que aprenden a tocarse mientras se quitan, en un mismo movimiento, sus ropas y sus atávicas represiones.
A man's on trial for murder; a friend who could prove his innocence chooses not to come forward. An interested detective starts working to discover the how-come of all of that.