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La añoranza y revisión crítica de la copla se vive a través de la historia del marqués de Almodóvar, apasionado embajador que le organizaba los festejos folclóricos a Franco; generoso, mujeriego, excesivo, dilapidador, protagonista él mismo de su propia copla. Enamorado en su juventud de una corista de Concha Piquer, dedicó su vida a recoger fetiches y recuerdos de todas las divas del cante con los que organizar un museo sentimental en su decadente castillo, llenándolo de vitrinas donde almacenar las añoranzas. Al morir, de modo indigente, en la pensión de su última amante, también cupletista, ésta disputa su legado con el ama de llaves que se ocupó toda la vida de cuidar de él y de sus pintorescas colecciones en el castillo familiar. Un entrañable amigo diplomático rememora su fantasiosa existencia emotivamente. Una estética que forma parte del sentir del pueblo andaluz. Y como hilo conductor "Ojos Verdes", el cantar de los cantares más bello de su rico cancionero.
Clavelitos es el apodo de una jovencita ingenua para aceptar sin alteraciones que su madre es la prostituta oficial del pueblo donde viven. La chica, en su ingenuidad, pregunta qué ha de ser ella entonces y la madre le responde que puta también, para lo cual sólo tendrá que tumbarse y echarse a cantar. A la chica le entusiasma convertirse en puta oficial y cuando inicia sus primeras lecciones un gran acontecimiento surge en su vida: la aparición del hada madrina de todas las prostitutas del mundo, que viene a prometerle su ayuda y a concederle un don: la posesión del clítoris de la felicidad, algo que hará de Clavelitos un ser maravilloso, puesto que anciano que haga el amor con ella se convertirá inmediatamente en un atractivo joven y tullido, manco o disminuido mental que la conozca sexualmente, sanará al punto.