Treinta años después de la victoria de la Alianza Rebelde sobre la segunda Estrella de la Muerte (hechos narrados en el Episodio VI: El retorno del Jedi), la galaxia está todavía en guerra. Una nueva República se ha constituido, pero una siniestra organización, la Primera Orden, ha resurgido de las cenizas del Imperio Galáctico. A los héroes de antaño, que luchan ahora en la Resistencia, se suman nuevos héroes: Poe Dameron, un piloto de caza, Finn, un desertor de la Primera Orden, Rey, una joven chatarrera, y BB-8, un androide rodante. Todos ellos luchan contra las fuerzas del Mal: el Capitán Phasma, de la Primera Orden, y Kylo Ren, un temible y misterioso personaje que empuña un sable de luz roja.
En un futuro donde los avances científicos hacen posible la existencia, los humanos confían todos los aspectos de sus vidas a sofisticados robots denominados Mecas. La emoción es la última frontera en la evolución de las máquinas. Pero cuando un avanzado niño robótico llamado David es programado para amar, los humanos no están preparados para las consecuencias.
Luke Skywalker y la princesa Leia deben viajar a Tatooine para liberar a Han Solo. Para conseguirlo, deben infiltrarse en la peligrosa guarida de Jabba the Hutt, el gángster más temido de la galaxia. Una vez reunidos, el equipo recluta a tribus de Ewoks para combatir a las fuerzas imperiales en los bosques de la luna de Endor. Mientras tanto, el Emperador y Darth Vader conspiran para convertir a Luke al lado oscuro, pero el joven Skywalker, por su parte, está decidido a reavivar el espíritu del Jedi en su padre. La guerra civil galáctica culmina en un último enfrentamiento entre las fuerzas rebeldes unificadas y una segunda Estrella de la Muerte, indefensa e incompleta, en una batalla que decidirá el destino de la galaxia.
"In 1904, disgusted by the aftermath of the Spanish-American War and the subsequent Philippine-American War, Mark Twain wrote a short anti-war prose poem called "The War Prayer." His family begged him not to publish it, his friends advised him to bury it, and his publisher rejected it, thinking it too inflammatory for the times. Twain agreed, but instructed that it be published after his death, saying famously: None but the dead are permitted to tell the truth."