Durante la II Guerra Mundial (1939-1945), los alemanes dominan las aguas del Mediterráneo gracias a un eficaz sistema de defensa que los aliados no pueden contrarrestar. La causa de la superioridad alemana es el fortín de Navarone, que, gracias a sus gigantescos cañones, cierra el paso a la navegación por el mar Egeo.
Saúl, Rey de Israel, se enfada cuando David es recibido entre grandes muestras de júbilo, al regresar victorioso de vencer a sus enemigos: los filisteos. Saúl está celoso de la popularidad de David, máxime cuando su hijo Jonathan también se decanta a favor de David.