Orson Welles, desde su juventud, tuvo fijación con dos genios, uno de las letras, Shakespeare, y otro de la pintura, de la imagen, Francisco de Goya. Estas fascinaciones, además de la que sentía por España y sus manifestaciones más populares, son las que se recogen en el documental. Entre el año 1957 y 1961 Orson Melles va grabando imágenes por toda España a la vez que sigue las temporadas taurinas de su gran amigo el torero Antonio Ordóñez. Esas imágenes inéditas, en su mayoría de carácter familiar o personal, rodadas para cumplimentar series vendidas a las televisiones extranjeras o para su propio disfrute, son la base del documental que nos muestra esa España remota de los años 50 y las coincidencias biográficas, temáticas o técnicas con Francisco de Goya.