Luís Noronha da Costa

Película gótica en un monasterio, donde los monjes sensuales asesinan a los niños que reciben, con imágenes fantásticas, pintadas de la propia pintura del autor y también de las películas de Hammer y de la tradición plástica sajona del romanticismo.

Película gótica en un monasterio, donde los monjes sensuales asesinan a los niños que reciben, con imágenes fantásticas, pintadas de la propia pintura del autor y también de las películas de Hammer y de la tradición plástica sajona del romanticismo.

Padres comienza con un plano fabuloso. En vez de dos padres, vemos dos gatos, uno negro y otro blanco. Sin exagerar, se podría decir que esos gatos son los primeros «padres» de la película, luchando felizmente por la comida, uno más agresivo, el otro más pasivo. Resulta una asociación fulgurante al «sacralizar» a los animales y erotizarlos.

An “artist film” that crosses Karl Martin, Martin Heidegger and the Communist Party’s Manifesto.

Esta es una de las películas de Noronha da Costa en la que el componente «ficcional» resulta más visible. D. Jaime ou a Noite Portuguesa, como el resto de películas de Noronha da Costa, forma parte de los gothic films (la obra de Terence Fisher fue una de sus grandes influencias), y en ella muestra las diferentes variaciones en torno a los «cuerpos especulares», que evolucionan en una magia luminosa y en una incandescencia sensual y sensorial. Simultáneamente, asistimos a una serie de visiones irónicas y eróticas, o bien históricas, de vírgenes perversas y de sádicos irrisorios, resucitados todos ellos del romanticismo alemán y británico, mientras que los decorados no dejan de ser bien portugueses.

Los personajes se tocan y se separan, bailan y se quedan quietos, se duermen y se despiertan, animados por un juego de reflejos prolongado más que nunca. Entre ellos, se relevan varios cuadros de Luís Noronha colgados en las paredes, sobre todo la famosa representación de la pobre Lusíada flotando en la balsa con la bandera verde y blanca.

“Coisas” es una película con bastantes parecidos con Sem Título II. En ambas obras –las primeras de Noronha da Costa con actores– éste favorece la improvisación libre, algo que se le da muy bien a André Gomes. La improvisación se extiende hasta la fotografía (una pantalla o muy oscura o muy clara) y las pinturas (los cuadros de Luís Noronha), funcionando el relevo como un trampantojo de los espacios imaginarios.

La gran pantalla traslúcida que domina la película deja ver bien el cuerpo de Manuela de Freitas sujetando una vela, bien una sombra (reflejo) de ese cuerpo y la figura dominante en la película, variación del reflejo, desenfoque y sombra. Éste es un teatro de sombras para un cine de reflejos, de donde, cadencialmente, surgen otros cuerpos, que a su vez son reflejos de las almas. En ese blanco y negro, mudo, los cuerpos son la única materialidad, no siendo azaroso que la película –película sobre el cuerpo y el alma de Manuela de Freitas– se titule Manuela.

Evocación del cineasta, definida por João Bérnard da Costa como «una película sobre el fantasma de Murnau en la tela, prolongando hasta el paroxismo el juego de dobles y el juego de espectros»

As Três Graças, una película más o menos contemporánea, es una experiencia que, como veremos, se limita a ser una introducción a una experiencia. Un nuevo binomio cine-pintura; la imagen siempre como espejo o la imagen como espejo de la imagen.

Situado en la casa de Luís Noronha da Costa en Campo Pequeno, tiene como imagen recurrente el busto de la cabeza de Diana, que también aparecía en A Menina Maria. Esa es la imagen que permanentemente se enfoca y se desenfoca, que se apaga y se enciende, mientras que corren por la casa las niñas (las hijas del pintor). En cierto momento, la cámara abandona las pinturas de la casa y los dibujos de los personajes de la casa para «volar» sobre los árboles de Campo Grande y llegar fuera de Lisboa (Sintra, y Peninha).

Obra esencial en la afirmación de Noronha da Costa como cineasta, siendo, al mismo tiempo, una película experimental y un «divertimento».

Fue la primera película de Luís Noronha da Costa, el registro de una experiencia que consistió en la proyección de la imagen filmada de la fachada de un edificio sobre esa misma fachada. Se proyectó desde el mismo punto que se filmó, es decir, desde la ventana del piso en el que vivía Luís Noronha da Costa. Por lo tanto, hay una búsqueda de la conciencia –o del efecto de doble– entre una proyección y una imagen fílmica. «Utilizar la cámara para apagar la cámara», como la cita de Dreyer que tanto le gusta a Luís Noronha da Costa. «La imagen de la casa no se separa de la casa de la imagen». Un intento «imposible» de filmar fotograma a fotograma lo real.