Jan Stoltz

Un canguro comunista se muda con un artista en Berlín.

For 17-year-old Jennifer, gaming has always been part of everyday teenage life. Recently she has been feeling uncomfortable and lonely. Not so long ago she moved to Munich with her parents Frank and Ariane from another city. In her new home, the girl does not find a real connection with her new classmates. Fixed by the virtual reality game "Avalonia", gaming is gradually becoming the elixir of life. Jennifer neglects her school and family responsibilities. She ignores all admonitions, restrictions and prohibitions for every precious second of the game and betrays her parents. Only the secret, excessive immersion in the virtual fantasy world of "Avalonia" seems to make Jennifer happy. The Parents have to watch as their daughter's life gets completely out of balance between the real and the virtual world.

Sharky no puede leer ni escribir, ni siquiera contar correctamente. Pero esas cosas no son importantes para "El terror de los mares" y están compensados por un gran ego. Con Mikey, un joven normal cuya ordenada vida ha estallado debido a la espontaneidad de Sharky, y Bonnie, una problemática chica que tiende a asumir el mando en cada situación para gran consternación de Sharky, disfrutarán de aventuras marineras de saqueo, pillaje y piratería. Lo que comienza como una alianza pura de conveniencia, se convertirá en una exploración de temas como la amistad, la equidad, la lealtad, la tolerancia y lo que significa ser un héroe.

La carrera ha comenzado. Dom Toretto y su equipo volverán en esta ocasión con más ganas de guerra que nunca. No faltarán los excesos de velocidad y la adrenalina a raudales para un filme del que se espera que sea la entrega con más acción de esta saga callejera por excelencia.

Trata de los últimos días de la vida de Edgar Allan Poe. El escritor colabora en la búsqueda de un asesino cuyos crímenes se inspiran en sus obras. La muerte de Poe siempre ha estado envuelta en el misterio: fue encontrado en las calles de Baltimore, en un estado deplorable, vistiendo la ropa de otra persona, y repetía el nombre de Reynols, un explorador polar protagonista de sus novelas. Poco después, murió en el hospital sin llegar a explicar lo que le había sucedido. Sus últimas palabras fueron, ¡Que Dios ayude a mi pobre alma!