Santiago Rodríguez-Costabal
Vicente
Borja tiene casi 17 años y es un cinéfilo empedernido. Heredó la colección de videos VHS de su padre, un crítico de cine que ya falleció. Hoy es Nochebuena de 1986. La celebra junto a su madre y su hermano Vicente, estudiante de arquitectura. Como todos los años, es un día muy caluroso en Chile. Esta Nochebuena será especial, algo sucederá. Demasiada bebida (cola de mono), represión y calor es una mezcla que llevará a que salgan secretos largamente guardados, abiertos como los regalos. Esta Nochebuena, para Borja, será inolvidable.
La película es tanto un melodrama familiar como un thriller erótico explícito, una historia sobre las formas como la pasión y el deseo controlan nuestras vidas, desde los gustos de la cultura popular hasta las fantasías sexuales.
Corso
Invierno empieza en verano; un verano chileno de calor intenso y actividad intensa para Alejo Cortés, que escribe sin parar la que será su segunda novela. Caída libre tiene fecha de lanzamiento dentro de seis meses, y el mundillo literario la espera con dosis parejas de expectativa y morbo. Un poco por la contención que puedan darle, pero sobre todo porque la novela trata sobre ellos. Alejo busca la compañía de sus amigos, una tribu urbana que se relaciona de diversas maneras con “la cultura” y aún más diversamente entre sí. Hasta que llega el invierno y aparece Caída libre, con la potencia y el efecto de una gigantesca bomba de hielo: todo se enfría, los vínculos se resquebrajan y, en suma, nada vuelve a ser como antes.