Adam Walicki

Películas

Mon chéri Soviétique
Music
The film is made of hundreds of photographs telling a story of the last Soviet soldiers leaving Poland in 1990s. The focus of the work is the figure of a soldier — who is not fighting on the war front, but takes off his uniform in front of a camera. The author of "Mon chéri Soviétique" supplements photographs from the past with contemporary film material in which he reenacts past events.
Faithbreaker
Music
Ania, after years of absence, comes to her hometown to spend the last months of her life with her mother, Mara. The girl finds Alek in the village, with whom she experienced her first adolescent love. The meeting of these two will trigger a series of unexpected events, and for Mary, it will be one of the most difficult challenges in her life.
Mug
Music
Jacek gasta pintas de rebelde y escucha a Metallica en un pueblo polaco de misa diaria, gris como un dolor de postguerra y en pleno milagro arquitectónico: construir un Cristo a escala del Corcovado de Brasil. Y en esas están cuando Jacek, trabajándole la cabeza al Jesucristo, cae dentro de ella y se destroza la cara. Ahora hay que rehacérsela, si bien los médicos confían más en la voluntad de Dios que en el bisturí, y Dios parece que el día de la operación está de broma.
Amarás al prójimo
Music
Adam es un sacerdote católico que descubrió su vocación a la tardía edad de 21 años. Ahora vive en un pueblo de la Polonia rural donde ayuda a adolescentes con problemas de conducta que gritan, se pelean o abusan de sus compañeros. A pesar de que una joven morena llamada Ewa intenta seducirle, él se niega a aceptarla excusándose en que no quiere que el pueblo hable de ellos. Pero esa no es la única razón de su rechazo. Adam sabe que él desea a los hombres, y que su abrazo al sacerdocio es su forma de ocultar su sexualidad. Cuando conoce a Dynia, el extraño y taciturno hijo de una familia rural, su autoimpuesta abstinencia se convertirá en una pesada carga.
Visiones de Europa
(segment "Poland: Crossroad")
Veinticinco cineastas, uno por cada estado de la Unión Europea, realizaron una película sobre sus respectivos países. Todas tenían el mismo presupuesto, debían estar ambientadas en el presente o en un futuro inmediato y durar cinco minutos. No había otras limitaciones, de modo que los autores tenían plena libertad para expresarse. Entre los directores figuran tanto nombres consagrados como voces nuevas dentro del panorama cinematográfico. Cada corto tiene su propia identidad, por lo que es posible establecer comparaciones fascinantes; pero, además, juntos ofrecen una imagen global de la Comunidad Europea a través de la fusión de esas distintas visiones conceptuales y creativas.