Grandinelli
Mariano sobrevive como distribuidor de cassettes de ínfima calidad para bares de carretera. Una noche, conduciendo con alguna copa de más, termina con su coche en una plantación clandestina de marihuana que, en ese momento, la guardia civil se dispone a quemar. Con la confusión y los alucinógenos vapores, Mariano cree haber visto a la Virgen y así lo relata en un pueblo cercano a los participantes de una procesión rogativa para que llueva. Gracias a los cuidados de una monja y a los servicios de un avispado showman, Mariano se convertirá de la noche a la mañana en un santón iluminado.
Mingarro
Atilano Bermejo es un fullero de poca monta que se ve envuelto en el timo de su vida: ser presidente del gobierno. Su carisma y su falta de inquietudes sociales le convierten en un candidato político idóneo para un grupo de banqueros que buscan una buena imagen pública tras la que esconderse y disfrazar sus ambiciones.
Argentino
Diego y Clara acaban de conocerse y sin embargo, de la noche a la mañana, deciden irse a vivir juntos. Su nueva casa es un chalecito en medio de la gran ciudad y está dividida en dos plantas. En el piso de arriba vive el dueño, José, y el de abajo, el que se alquila, tiene la rara peculiaridad de tener sus paredes cubiertas de pintadas. En poco tiempo Diego descubre que las pintadas están relacionadas unas con otras y que fueron escritas por una pareja que habitó anteriormente la casa.