Wilma es una mujer, madre de dos hijas: Billy Jean y Polly, que se deja seducir por una vida de robos, crímenes y excesos en la Norteamérica de los años 30, cuando la ley seca imperaba en todo el territorio. En su camino de delincuencia se encontrarán con dos hombres: Diller y Baxter, que no sólo se integrarán gustosamente a la banda, sino que también tomarán parte en la vida amorosa de las tres mujeres.
Candy, de 16 años es abordada cuando sale del colegio por un trío de secuestradores despiadados pero ineptos: Jessie, su psicópata hermano Alan y Eddy, un inadaptado veterano del ejército. Buscan conseguir 500.000 dólares en joyas y mantienen a Candy enterrada viva en una caja con tan sólo un pequeño tubo encajado en el improvisado ataúd para que pueda respirar. El padre de la muchacha realmente es su padrastro y no tiene interés alguno en pagar el rescate. La vida de Candy depende ahora de un único testigo: un niño autista que lo ha visto todo.