En La Guajira, un paraje que parece no haber comenzado ni haber cesado de existir, suspendido en un tiempo que no pasa, elástico y eternamente crepuscular, una Jovencita se extravía. La Jovencita deambula sin voz, solo con música, viento y arena. ¿Qué procura y a dónde se dirige? ¿Quizás escapa de algo que no tiene remedio? La Jovencita no envejece, se descompone.