Este drama musical alemán -alemán si hablamos del país de producción, e internacional cuando se trata de su esencia- está protagonizado por Peter Simonischek, el increíble actor maduro que protagonizó Toni Erdmann, de Maren Ade, que se convirtió en uno de los estrenos más destacados del Festival de Cannes en 2016. Su personaje en Crescendo se asemeja al que interpretó en la película de Ade, y si en esta última retrataba a un padre maravilloso para su hija, en la primera lo presenta como padre de toda la orquesta sinfónica reunida con jóvenes músicos israelíes-palestinos. El director de orquesta intenta convertir este conjunto potencialmente volátil en una unidad profesional, guiada por sus propios principios de director artístico -pero eso no funciona- y tiene que comprometer sus sentimientos humanos hacia esos jóvenes "participantes" de una guerra ajena. Al final, la música -el arte eterno- les ayudará a hacer la paz.