Sonia (45) y Jonatan (18), madre e hijo, comparten la casa: territorio para el dolor de la madre, espacio para la huída del hijo. El marido está ausente, se ha ido, y los intentos por encontrarlo no conducen a nada. El hijo se irá en cualquier momento. La angustia empaña las horas, moldea la percepción de la madre. Sonia bebe, se emborracha, cuenta sueños extraños y realiza acciones peligrosas. Jonatan se siente responsable. Cuida de ella. Si los episodios se repiten, si la madre se vuelve cada vez más frágil y vulnerable, ¿podrá el hijo marcharse?