Clara no logra aceptar la reciente muerte de su padre: tiene que haber algo más. Así, revolviendo papeles encuentra señales que la llevan a un lago remoto en Tajikistán donde cree que su padre tenía otra vida. Pero una vez allá, ¿de qué sirve develar el secreto profundo de quien uno ama? ¿Qué sentido tiene revelarlo? ¿Acaso empeñarse a descubrirlo no responde solo a sus propias mezquindades? Sin darse cuenta, construyendo su propio secreto, Clara comprenderá que existe en todos un lugar bien hondo, sólo para uno mismo.
Diego
Juan, joven y mujeriego, vive en los suburbios de Buenos Aires. Debe encontrar rápidamente un compañero de piso porque su hermano se ha ido. Entra a vivir con él Gabriel, compañero de trabajo tranquilo, guapo y... rubio. Viudo desde hace poco, está luchando por mantener a su hija todavía pequeña. Tímido y reservado, Gabo intenta no hacer caso de las miradas cargadas de sentido de Juan ni del roce de sus manos. Con todas las chicas guapas que entran y salen de su habitación, su “virilidad” no parece cuestionable. Sin embargo, la atracción entre los dos hombres es innegable y lo que empieza como algo puramente sexual y fácil, al vivir ya juntos, se convierte pronto en una fascinante relación de ternura e intimidad, tan dulce como desgarradora.