La policía detiene a una mujer por el asesinato de su hijo de cinco años. Ella declara haber bebido la noche anterior y no saber qué pasó con su pequeño, pero la pistola del crimen aparece en su cama y tiene sus huellas. Todos, incluso el marido, que aquella madrugada se encontraba de guardia en el hospital, sospechan de ella.
Un moderna ejecutiva (Meg Ryan) y un duque del siglo XIX (Hugh Jackman) se encuentran, por cosas del destino, en el Nueva York de nuestros días, cuando el ex-novio y vecino de ella (Liev Schreiber) consigue viajar a 1876 a través de un portal en el tiempo, pero a su vuelta se trae consigo al apuesto y romántico noble.