Aguayo
La pasión de Juanito por el universo taurino parece haberse anclado en la época de su juventud, cuando fracasó en sus intentos de convertirse en un reconocido y respetado torero. A su edad ya es imposible consagrarse como matador, pero sus sueños de gloria no se han desvanecido, a pesar de trabajar como simple monosabio, asistiendo al picador y remendando las heridas infiigidas por las astas del toro en el abdomen de los caballos. El maduro monosabio ve la oportunidad de ver materializados esos sueños a través de Rafa, un joven vecino en el que cree ver aptitudes para el toreo. Dispuesto a sufragar los gastos del debut de su protegido en una corrida de pueblo, Juanito le quita los ahorros a su propia hija. Lo que no sabe es que su hija soltera espera un hijo del novillero y ese dinero lo tenía destinado a pagarse un aborto.