Ella despierta lentamente, confundida entre la caricia de su esposo y el sonido de la radio. Un instante después se pone en pie, ordena la casa, se baña, desayuna y sale hacia el trabajo. Por la tarde regresa, prepara la cena y despierta a su esposo. Él la ayuda en algunos quehaceres, se baña, come y sale a trabajar. La historia es demasiado común. Como ellos, miles de parejas se cruzan y se alejan, día tras día.