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Para el pueblo indígena Wiwa, hacer películas propias es un reto inaplazable. Ahora que quieren tomar las cámaras en sus manos y documentar antiguos saberes femeninos en su territorio, se enfrentan a múltiples obstáculos. Ser Saga significa haber aprendido durante años la sabiduría de la mujer, cómo parir y criar hijas en la Ushui, cómo cantarle a los espíritus y qué hacer cuando ellos se ponen en contra como Shekuita, el mal trueno, que arrasó el pueblo de Kemakúmake.