Una corriente de pensamiento une los tres episodios de manera coherente, plasmada con pocos elementos, y que hace del espacio, del tiempo, y del movimiento, modos de expresión puramente cinematográficos. No se necesita la voz. Sí hay sonidos, música, pero no voces humanas, como en el cine primitivo. Hay rostros, movimientos lentos o rápidos, desesperación, fatalidad, un horror apenas entrevisto, deseo y miedo a la libertad. También hay amor, quizá como una ilusión, más que como una realidad.
El matrimonio conformado por Polo y Mónica (Paul Vega y Wendy Vasquez) está pasando por una crisis, al mismo tiempo que Bicho (Sergio Gjurinovic), hermano de Mónica, guarda un secreto y debe lidiar con la crisis de su madre Carmela (Yvonne Fraysinnet). Un repentino accidente podría volver a unir a la familia en el aspecto físico, ¿lo hará también en el emocional o será demasiado tarde para ellos? Un píxel solo es un punto en medio de la nada, necesita estar al lado de otros para entender por qué es como es. Algo similar ocurre con los integrantes de esta familia, que ha perdido el rumbo de reencuentro.