Cuatro empleados asisten a un genocida que padece Alzheimer y cumple prisión domiciliaria. Motivados por el aburrimiento, la desidia y la precariedad laboral, encuentran diversión en hostigar al opresor.
Isabel regresa a la casa de su infancia con un objetivo claro: realizarse un aborto con hierbas en soledad. El calor, la naturaleza y sus hipnóticos sonidos guían su paso. Al atravesar el procedimiento, recuerdos reprimidos resurgen como heridas en carne viva y se pasean por los espacios abandonados de lo que quiso ser un hogar. Los ojos de su madre, el arroyo, la violencia, el espejo.
