Mientras sube y baja la marea, a María de los Esteros se le va la vida en el manglar tanteando el barro, buscando pianguas, desenterrando recuerdos. A la faena se suman sus recuerdos y el canto de sus difuntas amigas que aún siguen sacando conchas. Pero el manglar que un día fue despensa de vida hoy es cementerio de quienes se niegan a dejar el territorio. Presente y pasado se confunden y hoy igual que ayer, María se niega a dejar su tierra.