Oscar, un niño de diez años, está internado en un hospital infantil. Ni sus padres ni los médicos se atreven a decirle la verdad sobre su enfermedad. Sólo Rose, la repartidora de pizzas, una mujer de bruscos modales, es capaz de ganarse su confianza y entretenerlo. Un día, le propone un juego: imaginar que cada día que pasa equivale a diez años, de modo que, en unos días, Oscar alcanzaría una larga vida. Además, para conseguir que el niño hable de sí mismo, lo anima a escribirle a Dios. En sus cartas, Oscar confiesa sus alegrías y sus penas, sus miedos, su primer amor, sus sensaciones ante el paso del tiempo. Así, entre Oscar y Rose se va fraguando una amistad muy particular.
El ambiente se sitúa en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. Misha, una niña judía de ocho años sale de Bruselas en busca de sus padres quienes fueron deportados por los nazis. Sólo sabe que fueron enviados al este. Con la ayuda de una pequeña brújula, Misha viaja a pie sola por Bélgica, Alemania, Polonia y Ucrania. Durante su travesía, roba comida y ropa y se integra a una manada de lobos salvajes para sobrevivir.