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En una muestra más de los niveles de paranoia que ha alcanzado la televisión en nuestros días, la pequeña pantalla ofrece un espacio, Vivir o morir, que consiste en la exhibición de una serie de concursantes dispuestos a ser ejecutados ante las cámaras. Tan sólo un ínfimo porcentaje se libra de ser ejecutado de distintas maneras. En esencia, el juego se basa en mostrar la forma cómo mueren los concursantes. Su presentador, Chuck Toedan, se dispone a contar con la participación de un nuevo concursante, preparado para ser gillotinado ante el delirio de un público, entre el que se encuentran familiares y amigos del ser «sacrificado».