La película mezcla la leyenda del Fausto con la realidad política argentina de la época. En ella, la vida del protagonista Bruno Sánchez, representado por Alfredo Alcón, un hombre de mediana edad que vive con su madre y no se atreve a hablarle a su vecina de la que está enamorado, se ve envuelta en una serie de peripecias a partir de conocer a Mefi, un extraño personaje representado con Mario Alarcón.
Cuatro pícaros ladrones, cansados de la poca envergadura de sus asaltos, deciden arriesgarse robando el hotel más lujoso de la ciudad. Deben reclutar más ladrones a la banda, entre ellos una mujer. Entre cómicos enredos, tratan de incluirse como embajadores de una comisión rusa, pero tal es la torpeza, que son descubiertos y espectacularmente perseguidos. A partir de ese momento, mientras estudian los movimientos y preparativos para el desfile de modas y alhajas, generan hilarantes situaciones que complican aún más sus planes
Drácula no está pasando una buena época. Los años ya no pasan en balde, tiene problemas de salud, económicos, e incluso ahora su propio castillo queda abierto al público excursionista, negándole así la calidad y el descanso diurno que este personaje se merece.