Tras la II Guerra Mundial, Siggi Jepsen está en una institución para educar a los jóvenes difíciles. Dentro, Siggi debería escribir un ensayo sobre "los placeres del deber", pero no tiene ni idea de cómo hacerlo. Solo cuando está encerrado en una celda acuden a él los recuerdos de su infancia: su padre, Jens Ole Jepsen, un oficial de policía, recibió el encargo de vigilar al pintor expresionista Ludwig Nansen.
Empezar de cero, comenzar una vida nueva y dejar el pasado y la tristeza atrás. Eso pretendieron en los años setenta Nelly Senff (Jordis Triebel) y su hijo Alexei (Tristan Globel) cuando escaparon de Berlín Oriental para buscar un futuro en la Alemania del Oeste, supuestamente más hedonista y menos represiva.
En Josephine, una tímida estudiante de Arte Dramático, no repara nadie excepto su madre y su hermana minusválida, que viven con ella. Su vida da un giro inesperado cuando un famoso director de teatro la elige para ser la protagonista de un arriesgado y ambicioso montaje, “Camille”, en el que sólo participarán estudiantes. A partir de ese momento, Josephine se enfrenta a un proceso de transformación: por un lado, intenta dejar de lado sus traumas y frustraciones para adaptarse a lo que le pide el exigente director, que, además la manipula sin compasión. Por otro, empieza a interiorizar el personaje de Camille, dando así rienda suelta a la sensualidad y feminidad que siempre ha escondido dentro de una concha protectora.
Alemania Oriental, 1980. Anne, una chica de veinte años, y Juri, un desertor del Ejército Rojo que se esconde en su casa, se enamoran. Los dos huyen del país y se dirigen al Oeste, dejando a Inga, la hija de Anne, en casa de sus abuelos. La niña crece creyendo que su madre ha muerto. Veinticinco años más tarde, Inga conoce al profesor de literatura Robert, que posee datos para localizar a Anne. Aunque, al principio, Inga se muestra escéptica, acaba acompañando a Robert en un viaje por Alemania para buscar a su madre.