Ernesto es un famoso pintor e ilustrador de cuentos para niños. Separado de su mujer, mantiene con su hijo una estrecha relación. Un día se entera de que a su madre la quieren beatificar. La noticia lo deja pasmado, no sólo por el hecho de que su familia se lo haya ocultado, sino también porque se trata de algo incompatible con sus ideas de artista libre y ateo. Sus familiares lo presionan para que participe en el proceso de beatificación e, inevitablemente surgen conflictos. Sin embargo, inesperadamente, el recuerdo de su madre y de su sonrisa harán que Ernesto reviva su pasado y cambie radicalmente su forma de vida.
Tras un peligroso accidente, Benedetto es trasladado a una clínica donde debe ser sometido a una operación de urgencia. Durante la larga y complicada intervención Benedetto comienza a recordar su vida desde que era un pequeño huérfano encomendado a la tutela de su tía, una pueblerina de no muy limpias costumbres. Una salvación milagrosa el día de su primera comunión condiciona la existencia del protagonista que vivirá obsesionado por la búsqueda de Dios, hasta que conoce a un farmacéutico libre pensador que le ofrece la mano de su hija.
En tiempos en los que Roma vivía bajo la tiranía de un cruel gobernador, Rugantino cruzó con sus amigos una arriesgada apuesta: sería capaz de seducir a la bella Rosetta, casada con un hombre tan violento como celoso. El primer asalto lo acabó Rugantino con un dedo roto. El siguiente consistió en sustituir al modelo que debía posar junto a Rosetta, ambos desnudos, para un famoso escultor. A los pocos días, los dedos rotos de Rugantino eran ya dos.