Adapta la novela escrita por David Lagercrantz donde la joven hacker Lisbeth Salander y el periodista Mikael Blomkvist se verán atrapados en una red de espías, ciberdelincuentes y funcionarios del gobierno corruptos.
Lenz is a daydreamer. Charming, visionary and – as it is good manners for a thirty-year-old in Berlin – radically incapable of decision making. After an intense party night, Lenz wakes up next to Ira, completely deranged. Lenz is in love. As well as Ira. The summer of love begins: fooling through the nights of Berlin, beers at the canal, talks about sex and childhood. Everything is beautiful. Up until the moment when Ira asks this one question that changes everything: „Do you want to have kids?“ Now is the time for Lenz to do what he knows best, when things get tricky. He runs off. Anchorless, he stumbles through the summer and has to take up with the heroes of his daydreams, who keep examining him about his feelings. Meanwhile, his friend Kenn covers Lenz with affectionate incomprehension. When autumn arrives, Ira eventually confronts Lenz and he has to face the big “whatsoever”.
Karin Wegemann (Nadja Uhl) ha dejado su lucha contra la prostitución infantil, por la frustración que ofrece, una y otra vez, la burocracia. Ahora enseña en la academia de policía. Pero un día conoce al periodista de investigación Maik Fellner (André Szymanski), quien investiga el tráfico de niños durante años en Alemania. También él se siente frustrado, porque sus artículos no encuentran un llamado de atención en la gente. Fellner en este momento está tras la pista de una red de tráfico de niños en Potsdam, y así logra contactarse con una niña de 14 años. Sin más preámbulos, decide que Karin Wegemann tiene que actuar: ella reabre las investigaciones y encuentra a su lado, a su colega Ronald Krug (Mišel Maticevic), pero no está segura si puede confiar de su compañero.
A finales de la II Guerra Mundial (1939-1945), a un selecto grupo de historiadores, directores de museos y expertos en arte, tanto británicos como norteamericanos, se les encomienda la importante y peligrosa misión de recuperar las obras de arte robadas por los nazis durante la guerra para devolvérselas a sus legítimos propietarios. Era una misión imposible: las obras estaban muy bien custodiadas y el ejército alemán tenía orden de destruirlas en cuanto el Reich cayera. Pero aquellos hombres, en una carrera contrarreloj, arriesgaron sus vidas para evitar la destrucción de miles de años de cultura de la humanidad.
