Jamie era la última persona de la que se enamoraría Landon. Demasiado seria y conservadora para su gusto. Hija de un pastor de la iglesia baptista, Jamie no tenía miedo de manifestar que la fe era lo más importante en su vida, aunque ello le costara las críticas de sus compañeros. Landon y su pandilla mandaban en la escuela, pero su reinado terminaría en cuanto salieran del instituto y tuvieran que afrontar las responsabilidades de la vida.
La joven hija de un político huye por falta de atención. Se esconde en el coche de dos delincuentes no demasiado brillantes que poco a poco se convierten en figuras parentales cuando la red policial se cierra ante los supuestos secuestradores.
