Esta película no tiene argumento. Es más bien un aguafuerte o, quizá, uno de aquellos retratos al minuto que hacían los pintores sin talento en las calles de Madrid en torno a 1950. La capital era entonces más que nunca el rompeolas de España. Un rompeolas gris, de cartillas de racionamiento, tierno y cruel a la vez, pobre hasta en sus alegrías, convaleciente (siempre con décimas al atardecer), pero también pícaro, festivo y surrealista. Un tiovivo, en fin, de supervivientes de los que, nos guste o no, somos herederos.
Third Assistant Director
Invierno de 1949. En el pequeño pueblo asturiano de Cerralbos del Sella acaba de morir su vecino más ilustre, el gran escritor Blas Otamendi. Su sobrino Julio, hoy profesor en Francia, acude al entierro. El encuentro con los amigos de su tío, la antigua criada y la casona familiar, despiertan en Julio sus recuerdos de infancia. El tiempo ocultose hace presente y, en insólita evocación, sobrino y tío vuelven a vivir sus respectivos amores de aquel mágico verano de 1925.