En 1864, antes de cumplir los veinte años, Ludwig de Wittelsbach (Luis II, "el rey loco") ocupó el trono de Baviera. El joven rey era generoso y romántico y soñaba con traer la felicidad a su pueblo. Fue un gran mecenas que amaba el arte, la paz y la armonía universal. Sin embargo, por confiar en sus consejeros, llevó a Baviera a una desastrosa guerra que la dejaría en manos de Bismarck. Hasta sus más fieles colaboradores conspiraban contra él; lo traicionó incluso su principal protegido, Richard Wagner. Únicamente su prima Elizabeth ("Sissi"), la esposa del Emperador de Austria, que sentía por él un afecto casi maternal, le fue incondicionalmente fiel. Luchó toda su vida contra su homosexualidad.
Alemania, 1945. Últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. El conflicto se puede dar casi por concluido, pues el país ha sido invadido por las tropas aliadas. Ya no quedan soldados adultos que defiendan las posiciones, tan sólo adolescentes. En una pequeña ciudad, un grupo de jóvenes ha recibido la orden de proteger un pequeño puente. Enardecidos ante la idea de defender a su país, y entusiasmados por la ideología nazi de "sangre y honor", los chicos se disponen a cumplir las órdenes recibidas.